Thursday, October 13, 2005

El Secreto de la Vida

SRI AUROBINDO

EL SECRETO DE LA VIDA
Primera realización

Hay una percepción fundamental, indispensable para cualquier conocimiento integral o experiencia multilateral del Infinito. Consiste en captar la Divinidad en su yo y verdad esenciales, no alterados por las formas ni los fenómenos. De lo contrario es probable que quedemos atrapados en la red de las apariencias o vaguemos confusamente en una caótica multitud de aspectos cósmicos o particulares, y si evitamos esta confusión, será al precio de encadenarnos a alguna fórmula mental o encerrarnos en una experiencia personal limitada.

La única verdad segura que todo lo concilia y que es el fundamento mismo del universo consiste en que la vida es manifestación de un Yo y Espíritu increados, y la clave del oculto secreto de la vida es la verdadera relación de Espíritu con sus propias experiencias creadas. Detrás de toda esta vida está la visión de un Ser eterno sobre sus devenires multitudinarios; en derredor y por doquier está en ella la envoltura y penetración de una manifestación en el tiempo por parte de un Eterno inmanifestado e intemporal. Mas este conocimiento no tiene valor para el Yoga si es sólo noción intelectual y metafísica exenta de vida y estéril en cuanto a consecuencias; una realización mental sola no puede bastar a quien busca la perfección. Pues lo que el Yoga procura no es la verdad del pensamiento solo ni la verdad de la mente sola, sino la verdad dinámica de una experiencia espiritual viva y reveladora.

Debe despertar en nosotros una constante proximidad inmanente y envolvente, una percepción vívida, un sentimiento y comunión íntimos, un sentido y contacto concretos de la Presencia verdadera e infinita, siempre y por doquier. Esa Presencia debe permanecer con nosotros como la realidad viva y penetrante en la que nosotros y todas las cosas existen, se mueven y actúan, y debemos sentir siempre y por doquier, todas las cosas concretas, visibles e inmanentes; debe resultar patente para nosotros como su verdadero Yo, tangible como su Esencia imperecedera, encontrándola tan íntimamente como su espíritu más recóndito. La experiencia fundamental que debe englobar todo otro conocimiento es ver, sentir, experimentar y tomar contacto, de toda manera (y no concebir meramente) este Yo y Espíritu aquí en todas las existencias y sentir con igual vividez todas la existencias en este Yo y Espíritu.

Este Yo infinito y eterno de las cosas es una Realidad omnipresente, una existencia única por doquier; es una sola presencia unificadora que no difiere en criaturas diferentes; puede encontrarse, verse o sentirse íntegramente en cada alma o cada forma en el universo. Pues su infinitud es espiritual y esencial y no meramente una ilimitabilidad en el Espacio o una interminabilidad en el Tiempo; el infinito puede sentirse en un átomo infinitesimal o en un segundo de tiempo tan convincentemente como en un lapso de eones o en la formidable enormidad de los espacios intersolares. Ese conocimiento o experiencias puede empezar en todas partes y expresarse a través de cualquier cosa; pues la Divinidad está en todo, y todo es la Divinidad.

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